Sin lugar a dudas, se trata del modo más popular de anteriores entregas de la serie, y ahora se convierte también en la parte más importante de Call of Duty: Black Ops 4. Se caracteriza por haber simplificado un tanto las opciones de control, al eliminar los saltos dobles, las carreras por las paredes y demás. No obstante, este título está ambientado entre las entregas 2º y 3º de la serie Black Ops. Es decir, no es tan futurista como el anterior juego de Treyarch, lo que explica este pequeño recorte de posibilidades (que, por cierto, rebaja un tanto el ritmo de las partidas, lo que es muy de agradecer).
Además, continua en la vena de lo visto en Black Ops 3, con personajes con habilidades únicas que, esta vez, son aún más importantes. De esta forma, hay 10 distintos, cada uno con una habilidad secundaria (granadas, minas, etc) y una habilidad especial. ¿Os suena de algo? Sí, muy Overwatch todo. Esto permea en la jugabilidad, obligando a los jugadores a trabajar más en equipo que nunca, cambiando así un tanto la cara de las opciones competitivas de Call of Duty: Black Ops 4. Estos operadores responden a distintos roles de batalla: apoyo, ataque, defensa, etc... complementándose de distintas maneras una vez en el campo de batalla. Bien es cierto que no son demasiados, y que las opciones de personalizarlos tampoco son precisamente numerosas, pero al menos cumplen con lo necesario, y dan algo de personalidad al modo multijugador del FPS de Treyarch.