Para movernos a través de la inmensa urbe, contamos esta vez con mecánicas de juego revisadas y renovadas, tanto en el desplazamiento del personaje, cuya mejora es notable, como en los combates que, aunque aún necesitan trabajo, son los más difíciles de la saga. Esto último, junto con la nueva posibilidad de desplazarse agachado y el sistema de coberturas, potencia el sigilo, que hasta ahora había estado tan descuidado.
A esto hay que sumar el nuevo sistema de evolución del personaje, que da un ligero toque de rol al juego, potenciando la personalización tanto estética como de habilidades, y que nos reta a tratar de llevar a cabo las misiones de la mejor forma posible para conseguir el máximo número de puntos de evolución para nuestro personaje.
Las misiones son numerosas y variadas, con una enorme cantidad de secundarias en las que se introducen elementos nunca antes vistos en la saga, como las misiones de investigación y resolución de crímenes. Otro elemento a destacar es que las misiones principales nos permiten en esta ocasión actuar con mayor libertad, pudiendo llevarlas a cabo como mejor consideremos, alejándose así de las misiones de las entregas anteriores en las que prácticamente se nos indicaba lo que debíamos hacer en todo momento.
El auténtico punto flaco del juego, obviando los problemas técnicos iniciales que todo el que lea esta reseña tendrá presente y que es preferible obviar aquí para centrarnos en el propio juego (el actual modelo de negocio de Ubisoft en el que satisfacer al usuario no es la prioridad daría para un texto muchos más largo que este), es su argumento y su guión.
Después de lo bien tratado que estuvo el tema de la Revolución Americana en el tan criticado Assassin's Creed III, cuesta creer lo desaprovechado que está en esta ocasión el marco temporal elegido, en el que su magistral ambientación queda relegada a un telón de fondo y en la que no se profundiza ni se explica en toda su complejidad, limitándose a mostrar el reinado de terror de Robespierre y dejando de lado los motivos del pueblo para revelarse y su manipulación por parte de la burguesía para sus propios fines. Hay pequeñas pinceladas de todo esto, pero no lo vivimos desde dentro como en su momento hicimos con Connor.
Assassin's Creed Unity es, en suma, un buen juego, y probablemente uno de los mejores de la saga, en el que las merecidas críticas que ha tenido en relación a problemas técnicos se confunden con críticas a la calidad del juego, cosas que hay que, primero, separar, y segundo, exigir que no vuelvan a ocurrir para que no empañen el resultado final de un juego que puede sin lugar a dudas ser calificado como notable.